sábado, 16 de febrero de 2008

Vivir con esperanza



Cuando las personas gustan de los animales, generalmente andan viendo y descubriendo sus necesidades a cada paso.
Es así que al pasar ven lo que otros ni siquiera se dan cuenta que existe.
La historia de mi gata Niña es algo impensado y que empezó una tarde cualquiera de un mes de octubre, hace ya 4 años.
Al salir de casa observé hacia una esquina y a la distancia vi a un perro café que tomaba algo negro del suelo y lo dejaba caer una y otra vez.
Algo me decía que eso no era un trozo de género o un juguete, lo más rápido que pude tomé una vara por temor al perro y me acerqué... allí tuve la certeza, era un gato negro y muy delgado, estaba todo mojado y no se movía.
Lo dejé en lugar seguro y regresé con una caja para trasportarlo, lo llevé a casa.
Estaba muy mal, se movía con gran dificultad y sus patas traseras se iban hacia un lado, no mantenía la estabilidad.
Esa tarde durmió bastante, después recibió agua y un poco de comida.
Pensé que eran sus últimos momentos y lo dejé tranquilo hasta el día siguiente.
Amaneció mejor, más animado y comió con ansiedad, trataba de movilizarse pero había que sostenerlo.
Una semana después caminaba por toda la casa... le volvieron las ganas de vivir.

Le llevé al veterinario para un examen general y algunos análisis para detectar enfermedades... horror... le diagnosticaron Leucemia Felina.
Casi muero de angustia, pero tres meses después repetimos el examen y dio resultado negativo pero con algunas dudas del laboratorio. Hicimos el mismo en otro y resultó también negativo.
La verdad es que los análisis se han repetido unas 5 veces y siempre son negativos, pero el temor oculto a un cambio siempre está allí agazapado, como un fantasma que puede asustarnos en cualquier momento... es como un mal sueño que aún ya despiertos nos parece real.
La gatita Niña es muy regalona y por toda su historia, la cuidamos mucho y la protejemos todo cuanto sea posible.
Ella comparte todo con mi otra gatita Xica, son muy felices jugando y cuando no se ven una a la otra, se andan buscando, se han hecho hermanas sin serlo.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde... así debe ser al menos en mi caso, vivir con esperanza y alimentarse de ella.
Conservo la esperanza en que jamás se manifieste esa enfermedad, en que pase de largo y ni siquiera mire a mi hija...
Tengo fe en que todo el amor que le tengo, sea superior a toda la inmunidad de cualquier vacuna... la vida de mis gatas es tan importante como mi propia vida.
Esperanza y amor son las palabras más importantes y ellas nos acompañan cada día.

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